Close

abril 26, 2018

Estado de Victimismo

«Si actúas como víctima, serás tratado como tal» Paulo Coehlo

Esta frase la encontré hoy y me recordó un tema que vemos cotidianamente en nuestro día a día y por eso quiero comentarlo. Hay tantas personas que deciden vivir en un rol de víctima, de «pobrecito». Para estas personas todo es queja, todo el mundo está contra ellos, todo les sale mal, nada les gusta y todos tienen la culpa de su infelicidad…. ¿Conoces a alguna persona así? ¿Crees que has estado tu en ese rol en algún momento de tu vida? ¿O lo estás ahora mismo?

Este rol de víctima, puede ir y venir a causa de ciertos eventos o situaciones, pero hay personas que caen en un estado crónico y no saben cómo salir de él o simplemente no quieren, ya que termina siendo su zona de comodidad.

¿Qué define este victimismo?

Esta persona echa la culpa de todo lo que le sucede a los demás y al exterior. Por lo tanto, no asume ninguna responsabilidad y se convence que su vida no podrá mejorar porque no depende de él mismo sino de su entorno.

Este estado afecta a las relaciones con las personas que lo rodean, porque la gente no solo lo ven como “pobrecito”, sino que además se cansa de que esté siempre envuelto en esa energía de negativismo y de exigencia hacia los demás. A menos de que esté rodeado de gente que está en el mismo estado y alimentan esa energía de negatividad y de carencia.

Vive en un drama constante y exagera los hechos como si todo lo que le pasara fuera lo peor, y anticipa constantemente su fracaso. Además, quiere que el resto les solucione los problemas porque cree que ella misma no puede hacer nada. Esta persona aunque no se autocrítica constantemente, porque está convencida que los demás son los culpables, suele tener baja autoestima y se vuelve muy resentida con las personas que no la ayudan como ella quiere.

Su manera de relacionarse para obtener lo que quieren es a través de la manipulación y chantaje emocional. Vive una sensación de falta de control, y que no hay nada que se pueda hacer para mejorar o cambiar una situación; entonces, manipula a los demás para hacerlos reaccionar y actuar en busca de su solución. O, por lo menos, lograr un llamado de atención.

Si nos damos cuenta, es realmente muy fácil caer en esta actitud. Porque llama la atención de los demás, sus padres y seres cercanos están pendientes de ella porque «su vida es un desastre»… y es la ”pobrecita» al que todo le sale mal y todo lo malo le pasa… Y seguro que así es, porque es en la energía en la que se mueve, sin buscar salida ni soluciones.

Es muy fácil hacerlo, y a veces hasta parece interesante porque así todo lo malo que suceda es culpa de los demás o del exterior. Siempre es más fácil limpiarse las manos y responsabilizar a los demás que darnos cuenta de que papel realmente tenemos en cada situación y de cómo podemos afrontarla.

La queja se vuelve un vicio; esta persona parece adicto a quejarse porque si no lo hace se siente extraña. Está acostumbrada a quejarse de todo, y se le hace casi imposible ver el lado bueno de las cosas.

Otro problema que yo quiero recalcar, es que al estar tan hundida en ese rol, no se da cuenta que moverse en esa energía lo único que hace es alimentarla. Vive en la queja, en el negativismo, en la carencia y por lo tanto, no sólo toma el rol de víctima y hace que los demás lo crean y lo vean como tal, sino que también mueve su mundo alrededor de esa energía que lo bloquea y no le permite avanzar… son ellos mismos los que está creando eso por no querer salir de ahí, cambiando la actitud y la manera de ver las cosas.

Encuentran cada problema, cada dolor, cada enfermedad, cada situación difícil, como una excusa para hacerles ver a todos que su vida es muy dura y que son una víctima del entorno y de la vida.

Esto no es una crítica, yo sé que no es fácil, pero todo en la vida requiere una intención y la voluntad de mejorar. Si te sientes identificado con esto, intenta dar el paso, hacia un lado, al frente o al otro lado; lo importante es que salgas de ese lugar que tomaste, de ese rol que no necesitas y que te hace daño, aunque no lo veas o no lo quieras aceptar. Tienes que quitarte esa idea ilógica, de que solo estando mal y siendo un sufrido, la gente estará pendiente de ti.

En realidad es todo lo contrario, si eres feliz, harás feliz a los de tu alrededor y por lo tanto les alegrará verte y compartir contigo. Ya no estarán pendientes de ti por pena sino porque realmente disfrutan el tiempo contigo y les gusta lo que tu puedes compartirles y darles. Ya no solo les exiges que te den sino que tu aprendes a dar y eso crea un equilibrio en tus relaciones.

A veces no nos damos cuenta de todo lo que nos da la vida porque no nos da lo que pedimos, sin embargo, lo que nos da es lo que necesitamos y es lo que debemos aprender a mirar y a valorar para poder agradecer por tanto. Recibe con amor lo que te llega, aunque sea diferente a lo que esperas.

Puedes ser feliz, hazlo… tomando las riendas de tu vida: decide por ti y acepta tu parte de responsabilidad frente a la vida.

Un abrazo infinito

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.